jueves, 14 de junio de 2018

UDO: desvalida y desvalijada; entre la conmoción y el terrorismo.

Felipe Marcano.


Mientras reviso elementos noticiosos, desde el entorno próximo llegan informaciones alarmantes, ¡una tras otra, en ráfagas tormentosas, aún más desesperanzadoras! La inseguridad, derivada de la conflictividad social, política y económica venezolana, paulatina y sistemáticamente se interioriza y apodera del recinto universitario, de sus instalaciones, convirtiendo a la Universidad de Oriente, a la universidad autónoma venezolana, en ¡una institución desvalida, desvalijada! Una institución pública vacía, de nadie o en tierra de nadie, donde la autoridad policial o militar no puede actuar sin autorización debida y expresa de las máximas autoridades universitarias, en respeto y resguardo de la autonomía universitaria como derecho Constitucional.

La acción delictiva, de desvalijamiento, en nuestros recintos universitarios, está alcanzando un nivel crítico. ¡De conmoción y terrorismo!; en apariencia orientado al desvalijamiento de sus instalaciones. Sin embargo, más allá de lo casual se intuye un proceder sistemático, planificado, organizado, de causa y efecto paulatino, progresivo, con premeditación y alevosía ─en términos jurídicos─ que demanda, con extrema urgencia, de instancias superiores; seguridad, control, orden público. ¡Inteligencia, prevención, contención, sometimiento!

Superada la seguridad y autoridad universitaria, como ha sido, por este estado de anarquía y descomposición social; la autonomía universitaria no puede ni debe ser usada como excusa. En ella, nuestras autoridades universitarias no encontraran capacidad discursiva ni operativa para enfrentar el gravísimo problema, colocando nuevamente a la universidad venezolana, su comunidad e instalaciones, en desvalía, en indefensión. Su invocación, ante la gravedad del asunto puede entenderse como parte interesada ─¡complicidad interna por acción u omisión!─ en el desmantelamiento de la institución.

A lo interno de las universidades autónomas, la conflictividad social, política y económica, no muestra el escenario de violencia insurreccional, confrontacional de momentos pasados. ¡No!; hoy es un escenario entre la delincuencia organizada, común, y la no operatividad institucional; dejadez, no cooperación, brazos caídos, ¡de paz relativa, tensa! Intuitivamente; parece inducirse un estado de conmoción y terror que impacte, paralice, la vida universitaria y desde ella a la sociedad, a la opinión pública nacional e internacional. Desde esta perspectiva política, mediante la utilización de la delincuencia organizada, común, y necesaria complicidad interna; ¿se insiste en la creación de un estado-nación fallido? ¡Institucionalidad, gobierno, estado-nación, incapaz de proteger sus recintos educativos ni siquiera del hampa común que los azota!

Debe reconocerse, solicitar, exigir cooperación institucional, legal, legitima; Universidad, Gobierno, estado-nación. Cualquier excusa dilatadora, justificadora, es ir contra la existencia y continuidad universitaria. 

¿Es la intencionalidad? ¡Ojalá prive la sensatez, la racionalidad, la Paz!

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