miércoles, 6 de diciembre de 2017

Cultivando Patria; Guayacancito de ayer y hoy, feria gastronómica del pescado.

Felipe Marcano.

Desde las redes sociales; informaciones, comentarios, fotografías… entusiastas participantes, cordiales, alegres… lejos, muy lejos de la adversidad, los rostros de mujeres y hombres buenos, nobles… ¡hombres y mujeres de mar! desde el pueblo de Guayacancito, imponen la novedad noticiosa del día. 

¡Por segundo año consecutivo realizan la Feria Gastronómica del Pescado!

Su pasión y amor por el arte culinario a partir de los frutos marinos autóctonos cosechados del trabajo y esfuerzo diario desde tiempos remotos evocan historias; recuerdos de un espacio-tiempo no muy lejano para unos y desconocido para la gran mayoría de la joven población guayacancitense. Su esfuerzo, dedicación y decisión merecen todo reconocimiento mediante la correspondiente y necesaria reseña histórica:

Fundado el 4 de Octubre de 1926, Guayacancito, a sus 91 años, se extiende de Este a Oeste, entre “Los Olivos”, “El Atravesao”, “Punta Manzanillo”, "Los Mangles", "La Presa" hasta “Las Barrancas” pasando por “El Morro”. Desde el Norte con la carretera local 5 hacia el Sur bendecido por las aguas del Mar Caribe venezolano que bañan las costas de la Isla de Margarita. ¡Su corazón palpita en audaz galope en la Longitud 64º 12´57,1” Oeste, Latitud 10º 56´23,0” Norte!


Del tiempo más lejano, entre las “rancherías” de Chano, Teresa, Salomón y López; El Crepe, La Tiñosa y La Gracia, menos deteriorada que los anteriores, vivían el destino de los barcos viejos; ¡varados!, definían la playa dónde había que pedir permiso a Salomón, “Mano Monche”, para jugar a los piratas, pescadores, contrabandistas, a los grandes, viejos, aventureros y soñadores marinos, o para pescar camarones y cangrejas en “la poza e Jacinta”. Jacinta Valerio, la Tía Jacinta, a decir de muchos; la mujer, madre y padre, de más guaramos de una época más vieja. Cantaba, reía, versaba, también peleaba, mientras “coordinaba y jalaba la cuenda el plomo a boza” como cualquiera de los hombres o buscando el agua desde “el Hato e Natalio”, ¡era incansable!  Al otro lado, sur-oeste; “La Poza e Tello” también serbia para pescar, entre las piernas, camarones y cangrejas, ¡pobre de aquel cuyos genitales estuvieran a merced de tan poderosas mandíbulas!

Al nor-oeste La "La loma e la cruz"..., ¿cuántas historias y leyendas definian su nombre?

¡Un viejo y no definido cementerio!; "Los muerticos", por la inconclusa carretera entre las casas de Vernabela y la "casa e guena", de Choroco, en dirección nor-noreste, con un camino al bar de Segundo. ¿Cuándo, quién y para qué se construyó esta carretera sin asfaltar? ...

Entre López y Valentín se extendía una enramada con piso de blanca y brillante arena, era el punto de reunión y juego, juegos que terminaban en autenticas coñazas a puño limpio entre muchachos; "Agustín Ceverita" y "Chicho Julieta" eran casi siempre los primeros y únicos contrincantes. Entonces, para ese tiempo, en la playa, entre las enramadas, existía una letrina de cuatro horcones y un paraban de hojalata de zinc. ¡Casi siempre limpia por efectos de la marea! ¡Muy pocas casas tenian baños! ¡Todas tenian letrinas!

Noviembre, durante las fiestas patronales de la Virgen Milagrosa, “Juana Loña” era sin duda la persona más esperada; ¡traía pan de leche, aliñao, rosquitas, tunjas, cucas, piñonate..., sólo posibles de consumir en otro momento si por fortuna visitabas El Valle del Espíritu Santo o San Juan!. "Los Chapalengos" con sus retretas matutinas animaban la festividad religiosa.

Los domingos, días de fiesta nacional o navidad y año nuevo, los atractivos de Guayacancito estaban en la gallera de la tía Jacinta, después de los gallos, sus hijos los hermanos Valerio; Beltrán y Diógenes, “el capi”, peleaban entre ellos, cuando no contra sus primos los Valerio Salomón y Ño Cuchillo hijos de Nicanor. A pesar de lo crudo y duro de la cuestión, ¡sólo eran peleas de familia a coñazo limpio! Uno que otro momento difícil, de impotencia ante el adversario, dónde surgía la amenaza de buscar la escopeta. ¡El máuser o la carabina! El otro atractivo, por años, estuvo en el campo deportivo con el béisbol y el maratón como banderas de gloria a lo largo y ancho de la geografía margariteña.


Para un tiempo anterior, donde no existía el bar de Jacinta, ¡el cine pasó por Guayacancito!, ¡gratis!, al aire libre, proyectado sobre la pared de “la casa e Chica ramona”, hija de Marcelina, “Chelina”, la partera de los 60. Los bares de Valentín, Toribio, Juan Valerio, Segundo y el de Jacinta también eran parte del atractivo y distracción en los primeros tiempos, ¡cada uno contaba con su planta eléctrica! Para los tiempos medios, 80, 90, “Goyo Rey” y “José Catapun” marcaron la nota con “la miniteca”

–Un año hubo ¡velorio de Cruz de Mayo!

El capi, –¿por qué lo llamaban el capi?–  Siempre se contó que; “todero y diligente para la acción como cualquier venezolano”, estaba a la orden de quien lo buscara para trabajar. En una oportunidad –dicen– dijo ser el mejor capitán de barco, con la mala suerte de encallar su primer navío en la punta de Araya.

Nicolás Valerio, “Manocolas”; jocoso, siempre con una sonrisa y disposición de un chiste, no pelaba un velorio, era el atractivo necesario para mantener el velatorio cuerpo presente y los subsiguientes días de rezo.

–En los 70 ¡vino un cometa!, ¡la abuela oraba para que no destruyera la tierra como castigo divino! Hoy sabemos que se llamó Bennett, que tenia dos grandes colas y que sólo volverá a pasar por nuestro sistema solar para el año 3650.

José Inocente; “Chinovillo”, ¡cuentero como nadie!, pero un alma buena, noble, de esas que encarnan y reencarnan viajando entre épocas en tiempo y espacio, el mecánico del pueblo, nunca supe dónde trabajó, dónde aprendió tantas cosas. En el más sorprendente de sus cuentos orales narra su trabajo en un “vapor” tan grande que por la manga no pasaba entre Margarita y Cubagua y por su eslora los tripulantes de proa y popa no podían verse a menos que viajaran cinco días en motoneta de un extremo a otro.

–¿Dónde escuchó Chinovillo esa historia?

¡En la oralidad margariteña o realmente era una de esas almas buenas que en sucesivas reencarnaciones viajan a través del tiempo! –Esa historia es narrada por Julio Verne en “veintemil leguas de viaje submarino” (1870) atribuida a pobladores del Mediterráneo– ¿dónde la escuchó Chinovillo? ¿dónde la leyó? ¡Sabia leer José Inocente, o simplemente era uno de esos antiguos pobladores mediterráneos!

–¿Era Chinovillo, José Inocente, parte de la tripulación del Nautilus?...

Vernabela, ya de vieja, su fisonomía aún mostraba belleza, rostro europeo de la Holanda colonial que poblaron nuestro continente, ¿era Vernabela descendiente de holandeses? ¿Fue su cabellera oculta por años como protesta contra su padre? De la narrativa guayacancitense; el padre, en la juventud de Vernabela, cortó sin misericordia su cabellera para, aparentando ser un hombre, ocultar su belleza. Vernabela nunca más cortó su cabello ocultándolo hasta su muerte en una funda de almohada. ¿Cuántos hijos y nietos tuvo Vernabela?¿Quienes son?...

–¡Una vez llegó un circo!...

Mucho antes del circo, en un tiempo anterior, entre las malas noticias llegadas a Guayacancito, una recorria las calles sin asfaltar alterando la normalidad y sosiego cotidiano:

–¡Se "vorcó" la pana e Toribio en la curva "er" diablo!...

Rafaela y Rosalía eran las “sobadoras” y “saca espinas” del pueblo. José Cheito el más viejo barbero, ¡usaba la totuma!. Secundino, un barbero más joven, hermano de Aquilino –heroico como Aquiles, "dios del valor", quién mató a Héctor en la conquista de Troya y derrotado, en la misma batalla, por una flecha en su talón, por Paris, hermano menor de Héctor– sin pensarlo dos veces contó caminar ida y vuelta de Guayacancito al Valle del Espíritu Santo para ver a la Virgen. ¿Hermanos de Yaya o de Julián?, tíos de “Cuacha” y "José desnudo”

–¿Por qué José desnudo?

Apartados, excluidos o establecidos por convicción y herencia en el Morro, ¡José creció desnudo!. A sus 18, 19 años, a lo lejos, desde el mar, aún se le veía andar desnudo por la playa, de una casita a la otra, ¡no conocía ropa, no conocía escuela! Al percibir la presencia de visitantes corría a esconderse.

La Escuela, Concentrada Nº 17, con horario escolar de 9:00 am hasta las 12:00 m, almuerzo, receso, y de nuevo a la escuela de 2:00 pm a 4:00 pm. La mayoría de sus maestros abnegados, ¡pocos eran los reposeros! Justino Valerio, “el mocho e pilar”,  dijo haber sido el primer y más reaccionario de los alumnos al inicio de esta escuela en la casa e Cornelio, Adelina Valdivieso la primera maestra, oriunda de Santa Ana del Norte. De nacimiento “mocho de una mano”, en sus heroicas narrativas, cuenta cómo luchó y venció a una “tintorera” para salvar su vida, en esa feroz lucha contra tan poderoso enemigo, ¡sólo perdió una manó! A mocho e pilar, por una mala táctica en el combate cuerpo a cuerpo, a pesar de sus dos metros de estatura, ¡lo venció un enano en la gallera de San Francisco!

La Señora Ofelia y Chevita, en sus bodegas, suministraban los cuadernos Caribe con tablas de multiplicación en su contra portada, lápices Mongol, papael verde y cubiertas plasticas para forrar, entre otras cosas necesarias en la escula.

¡El Dispensario! –con sus frondosas matas de almendron, uva y tamarindo– La señora Juana Regina era su enfermera 24 horas del día, ¡la doctora del pueblo! Después Dochita, ¡la chica más bella y primera reina desde el origen de las celebraciones fundacionales de Guayacancito!...

En ese Guayacancito, los amores de “Ercinia” y Felicio como el de “Anicacio Moro” y Amelia, al mejor estilo de “Romeo y Julieta”, se desarrollan tormentosos, profundos, poco entendidos o mal entendidos por enemistades familiares y cotidianas peleas. El quehacer lo marca la pesca; corocoro y carite en la Punta Manzanillo, hacia Las Barrancas; pámpanos, lamparosa, cataco, picúa, robalo, sábalo, atún, margariteños, cují, cherechere, bagres, lisa. La nasa, el tendedor, “el mandinga”, la red de cerco, predominan como artes y trastes de pesca. También eran parte de esta economía la “patecabra” o pepitona y el erizo, en menor grado la “tripeperla”. Como en todos los pueblos de Margarita, también se vivía del contrabando de productos provenientes de Curazao, Trinidad, Cayena y Martinica comercializado entre margariteños o entre margarita y tierra firme. Durante la recluta todo mundo salía a ocultarse entre "rancherías", entre los botes o en el peor de los casos al monte, hacia la “loma e guaraguao”, “la loma e buena vista”, para los 80 a los policías se les pagaba alrededor Bs 20 por elegible pa´la recluta.


La agricultura, de menor escala en conucos y patios, era parte de la cotidianidad economica de Guayacancito. Entre frutas y verduras autoctonas, lo resaltente era la hoja de tabaco.

–¡En los conucos de Guayacancito se cultivava tabaco!...

El querosen para lámparas, cocinas, neveras y fogones era suministrado por Juan Valerio, en los tanques bajando el cruce, al pie de la loma frente a la casa de Rosalia. También la gasolina. El gasoil para las labores pesqueras con mandingas y maquinas se compraba en "la Maceta" al lado del puente de la Restinga o en Punta de Piedras.

–¿Cuál era el parentesco o relación familiar entre Juan Valerio y los Valerio de Nicanor y Jacinta?

Al inicio de los 70, desde el Tanque en Punta Manzanillo reabastecido por gabarras desde Sucre o Anzoategüi, el agua para consumo era suministrada en dos o tres puntos a lo largo de la llamada calle principal; el "burrito de Teresa" y los otros "burritos", aún sin precisar, entre la casa de Juan Marín y el bar de Juan Valerio, frente a la enramada de Vicente Velásquez, "Chente picha" y el otro hacia Los Mangles, por la casa de "Teleforo". Una planta suministraba electricidad entre las 7.00 pm y las 10:00 pm para el alumbrado público y tres o cuatro televisores en el pueblo. También funcionaban dos o tres líneas telefónicas. El maíz “pilao” y las colas para molienda en las casas de Valentín, Chevita o Madalena, igualmente, era parte del quehacer y las peleas diarias en Guayacancito.

La vida de Guayacancito a partir de la necesidad económica y poca rentabilidad de su producción pesquera y agrícola igualmente fue marcada, con mucha profundidad en efectos y afectos, por la política; primero durante la dictadura de Pérez Jiménez, como contrabandistas y comunistas, luego; ilegalizado el PCV durante los gobiernos de Betancourt y Leoni, unos se hicieron adecos, otros copeyanos, urredistas y mepistas. Desde la clandestinidad muchos siguieron siendo contrabandistas, guerrilleros, socialistas o comunistas ¡En el fondo, por sobre las adversidades y profundas desavenencias políticas, todos seguían siendo compadres! Una que otra pelea por los gallos, las balizas, las nasas, los conucos, los chivos…, los amores. 


Esa es parte de la historia no escrita, inconclusa, en construcción, de Guayacancito, un pueblo al sur-este de la Península de Macanao en la Isla de Margarita, donde hoy; como desde tiempos pasados, ante la adversidad, hombres y mujeres jóvenes, nobles, pescadores, luchan con heroicidad y entusiasmo, como hermanos, como uno solo por el bienestar de la comunidad, contra la falta de atención gubernamental; por el agua, la electricidad, el aseo, la economía, la educación, la salud, la seguridad... y; a través de la 2da Feria Gastronómica del Pescado, desde el pueblo de Guayacancito, sus hombres y mujeres, por sobre las desavenencias políticas, sociales, económicas, familiares, amorosas… nos muestran cómo vencer las dificultades, nos muestran la Venezuela posible, soñadora, alegre, buena y noble. ¡Heroica, liberadora!


A los ¡ganadores!, Bertha, María, Carlos, sus ayudantes y fans ¡Felicidades!, a los no ganadores, también felicitaciones, imagino que desde ya están pensando cual será la receta y la pieza para, dentro de un año, ganar la 3ra Feria Gastronómica del Pescado Guayacancito 2018. ¡Eso no se queda así!

Para los organizadores, desde la distancia; mi cariño, apoyo y colaboración.

El plato ganador de la 2da Feria Gastronómica del Pescado, Guayacancito 2017, lleva por nombre "El Pámpano de mi vieja" de "Bertica". Consite en un "sudado basico" de pámpano blanco, mucho ají margariteño y aceite onotado.

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